domingo, marzo 16, 2008


Erase una vez un muchacho que quería escribir una historia y comenzaba así:

Cuentan que las noches sin luna bajo el cielo son en las que el reflejo del mar se torna luminoso, radiante cual supernova va a estallar. También dicen que en el mar de la calma se oye a niños gritar y llorar espantados por el rugir del silencio. Causa ese silencio un ambiente vacuo de conformidad y de la fuerza intensa del sonreir. Una mirada al sur, al norte, al este y al oeste nos revela con bosquejos la triste mirada de un bosque engrecido por la ausencia de aquellos maravillosos seres puritas que con su beldad espiritual no pueden regar las raices empobrecidas de humanidad. Un mundo curioso este que os muestro, un mundo cargado de luz que no se puede divisar con la vista, que algodonado es y las gentes que lo habitan se esfuerzan por exasperar sin comprender el sencillo sentido de una mirada al sur, otra al norte, al este y al oeste...