jueves, septiembre 04, 2008



Mr. Boeder, lo prometido es deuda.

Cierro los ojos y toma mi cuerpo. Fluye a través de mí como un río salvaje, me posee y me mueve a su antojo, nada puedo hacer ante el embrujo. LLena mi cuerpo de energía y lo hace bailar como una marioneta de circo si no bien lo paraliza y encandila mi mente con su melodía. Y en un instante, ¡plof! mi cuerpo desaparece. Ahora viajo a cualquier lugar que la música dibuje. Dejé de pensar y aprendí en unos segundos a sentir la música en la fusión de mis sentidos. Absorto, vuelo y camino arrastrando tras de mi una nubecilla de armonía cual flautista de Hamelin. Es un viaje sensorial, que escapa a la realidad, a lo cotidiano, que te enfrasca en una cúpula de cristal para el recreo de tus fantasias. ¿Y ahora qué? La música se atenúa y vuelvo a mi cuerpo. No quepo en mí y solo puedo esbozar en mi cara la felicidad y el sentimiento que la música quiso en mí activar.

Dos tipos hay de músicos, los que desde pequeñitos aprenden la música como una ciencia y los que sin diferenciar un si de un re son capaces de comprender que quiso decirle la más compleja de las obras. Quienes aprendieron la música como una ciencia saben la suerte que tuvieron de que desde tan chicos se la enseñaran pues es un lujo inigualable, pero todo el mundo puede aprender música y no todos son capaces de sensibilizarse con ella. Hay humanos que tienen una gran virtud empatizada con la música, eso si es una verdadera suerte. Y siendo conocedor de tal ciencia tambien se puede tener sensibilidad musical, pero no siempre, no va unido. Por eso hablamos de conocimiento y de sensibilidad. ¿Y qué es mejor? Mire usté, pues no lo se, dado que no tengo capacidad de comprender la enrevesada musica, pero si de sentirla. El músico podrá explicarte con pelos y señales que forma una obra; el amante de la música podra describirte con sensaciones lo que significa la música.

Yo particularmente me quedo con los amantes de la música, pero siempre que encuentre un músico correré a interrogarle y a aprender de él ya que con los amantes solo podré intercambiar opiniones y sentir una empatía en mayor o menor medida en una larga y agradable conversación.

Escuchad todo tipo de música, nunca os cerreis, olvidad vuestro entorno, cread vuestro propio, cread un pentagrama sobre sendas praderas en las que las líneas sean vuestros deseos y el lápiz que las dibuja vuestra alma. Conseguid amar la música y encontrar en ella vuestro yo, es un largo camino que merece la pena escuchar.