lunes, junio 23, 2008

Reabro el contrablog, la crítica barata, ácida e inconformista.

Me causa tremenda tristeza llegar a entender que la gente necesita aparentar algo que no es. Es preferible ser como un animal, hacer bailes de seducción, proponer un atractivo inexistente a una mente con ideas inexistentes. La teoría no es la práctica, y solo en la teoría se queda la supuesta práctica. Cada vez son mas los "elegidos por la gracia de Dios" para defenestrar hasta sus últimos límites aquella belleza de la transparencia y claridad que resulta de alguien libre de prejuicios y que goza de una mente liberada de tanto componente sociocultural y dañino. Son aquestos los que en nombre de la diversidad y del reconocimiento (casualmente social) por sus aptitudes despreocupadas ante las situaciones y los acontecimientos que obviamente les sublevan se atreven a enjuiciar aquello de lo que dicen carecer y de lo que no carecen. Es maravillosamente fácil desprestigiar algo proponiendo otro que se vislumbra progresivo y desatado.

No se dan cuenta de que están atados de pies y manos al con suma prepotencia hablar y sentenciar lo que desconocen.

Hace poco leí en unos jóvenes una crítica conjunta a la forma de ver a una persona. Proponían un modelo de persona basado en la base, en las personas. Buscaban deshacerse de aquello que imprimía cualidades que diferenciaran a un sexo de otro, pero lo que no sabían era la falta que cometían al con tanto temple desligarse de aquellos que seguían estos modelos culturales de masculinidad y feminidad. Bien, concluí pues que su teoría era válida aunque no totalmente cierta. No solo los cánones influyen en nuestro modo sexual de ser, hay un componente psicológico que determina ciertas actitudes conforme al físico que sí que es inherente al sexo. Y ya envalentonados, asumían su papel de sexo contrario. Creen que el hecho de actuar disconformemente a los arquetipos los convierte en simples personas cuando ni siquiera pueden hacer aquello que predican. Creen que si, que están desligados cuando es totalmente falso. Actúan como hombres, y las otras como mujeres de una cultura, aunque con una inegable capacidad para deshacerse de esos prejuicios. Sin embargo con presura especulan - ¡es hora de hablar de personas!, ¡hablemos de personas! - . Son víctimas de su propia crítica. Pertenecen al grupo de los que solo en teoría practican algo distinto y se enorgullecen de predicar su descubrimiento y su "infierno" personal.

"Estoy gorda" - "Esta noche me pongo la falda R.C. que compré para ir a la discoteca con las amigas" - "Compraré aquel sombrero de tipo duro" - "Estoy gordo" - "Debo machacar estos músculos" - "Mañana me peinaré un flequillo que oh! casualmente estila todo el mundo" - "Pintaré mis ojos y mi cara" - "Elogiaré lo varonil de aquel chico por sus agallas"


Algo falla...

jueves, junio 05, 2008


Escribo porque no tengo el valor de hablar ni de decir las cosas como deben decirse, a la cara.

Duermo para evadirme de la consciencia que me frustra sentenciando un imposible, un nunca jamás que, entre sueños, se borra, y cruza la delgada línea de una felicidad temporal, pero sublime.

Suspiro por los pasillos esbozando una sonrisa que años atrás tuve, y que, hasta ahora no había resurgido de mis entrañas.

Callo, no por voluntad propia, sino por la empatía que me hace no desear ningún mal para ti, ninguna situación que escape a tu comodidad.

Me río de mi mismo pensando que un día desperdicié una gran oportunidad, pero no porque lo pensara antaño, sino porque esa oportunidad hoy se convirtió en ansiado obscuro objeto de deseo, que poco a poco me destroza por dentro y clava sus puntiagudos alfileres en mi ser; y en un vis a vis, lentamente y con sigilo, aunque aún lejos, se acerca al epicentro del sentir, a mi corazón.

Abdico cada mediodía ante las puertas preparadas para un imposible asedio, que no obstante queda por descubrir ante la imposibilidad de visión que oscurece su destello. No sé que hay tras ellas, no sé que esconden tras sus miradas fugitivas que incitan a ese animal violento que llevo dentro a galopar entre brezos y escandalosas orquídeas que anhelan un lujurioso retozo pastoril.

Y finalmente muero ante ella, muero ante su sonrisa, ante su gracia y su dicha que suave y certera contonea su bondad, su dulzura y propensión seductora para mi desafortunado mal, mi muerte, y su muerte.