martes, diciembre 27, 2011

Bang bang


Hace tan solo 4 meses venía de Murcia a quedarme en la ciudad en la que estudio. Pobre como las ratas, más que el primer año que escribía sobre mi pobredumbre aún teniendo en mi bolsillo una cuantiosa beca. Tres años después soy cuatro veces más pobre, tres más viejo, tres más tonto, tres más experimentado, más sabio, y tres veces más feliz. A pesar de haber convivido con gente pútrida tanto por dentro como por fuera, después de haber sido ignorado, después de haber sacado lo mejor de mi mismo sin quererlo solo por principios de un buen comportamiento y una convivencia sostenible agradable para todos y basada en el respeto y aún así haber sido vapuleado, aún así, soy más feliz que en los años de bonanzas y de buenas compañías. He aprendido en tan solo 4 meses más de lo que me quiso enseñar la universidad en 3 años. Esquivando las flechas envenenadas que me han querido lanzar y sacando el odio que tenía contra mi ciudad.

Esta vez me he dejado llevar. Sin una profundidad mariana en mis relaciones, pero franca y sana. Ahora puedo hablar de lo que amo de mi carrera, no tan solo de lo que detesto, porque hay gente que me ha dejado hacerlo en su gusto por ello; gente con la que puedo bromear sin que tengan pasajes aspergianos; gente con la que puedo tener un duelo a cuchillo, pero sin derramamiento de sangre; profesores que admiro y con los que no me apesadumbra hablar ni aparentar felaciones gratuitas; sin exigencias ni lamentos de otras vidas universitarias mejores.

He aprendido a ser independiente, a vivir lejos del nido, a querer afrontar todo lo que se anteponga, porque aunque queramos seguir soñando con el abrazo materno y el calor aúreo, hemos de ser conscientes de que ya estamos en peligro, que no solo basta con tener buenas intenciones y esquivar el daño. No han sido pocos pasajes de mi vida los que han profesado cambios determinantes en mí, pero quizá el más duro vaya a ser encontrarse sin dinero, estudiando con un plan extinto y queriendo valerme por mí mismo lejos de los que creen que no quiero y en realidad amo a rabiar.

Debe estar cerca la hora de dar el paso porque a cada día que pasa el nerviosismo me puede.

Estoy molesto porque la mala suerte y el despotismo ilustrado de algunos me han hecho dejar una vida prematuramente. Pero no puedo sino agradecer a la desgracia la experiencia que me ha dado. Me jode enormemente dejar antes de tiempo a la gente que cuando yo vuelva ya se habrá ido. Es un fin a medias, con el sabor amargo del término de algo y el lastre de un cadaver que aún arrastraremos los que sigamos. Es el fin que deja paso a un comienzo, y como joden las corridas de telón cuando la obra es buena...


Vaya mariconada cursilera joder. Que te jodan Aresti, devuélveme mi tiempo!

viernes, julio 08, 2011

De la frustración y la malaeducación

Es 14 de Julio y ya no me queda más que hacer excepto trabajar y mendigar unos euros para poder ir a cualquier lugar de España a comer atún en pan duro y latas de raviolis crudos. Llevo desde finales de Abril pegado a una puñetera silla y sin embargo esa dosis diaria de infelicidad y exasperación no me ha servido para darme cuenta de lo maravillosa que es mi carrera y la facilidad que los contenidos y los programas docentes me dan para aprobarlas. Tal es esto que vuelvo a estar casi como hace dos años, en la cuerda floja, con cuatro aprobados tapandome el rabo y cinco suspensos clavados en mi orto. ¿Y quién dice que la vida en la ciudad será más fácil? Mamá te hace la comida todos los días y tú tienes tiempo para ingerir litros y litros de cerveza con niñatos idealistas descerebrados con cascabeles en los tobillos y una cámara dotada de un botoncito que te supone un aprobado. Pues vaya, siendo todo lo contrario me gusta su filosofía, me gusta su fin.

Ya no sé si el esfuerzo se ha convertido en despropósito, pero cada año que pasa soy un año más viejo y un año más tonto, un año menos que valgo para estudiar y un año más que pierdo de ser buenamente explotado.

Pero ahora solo me queda pensar que haré este próximo mes. Tantos festivales a los que no podré ir, tantos lugares que no visitaré. Y la peor agonía será sin duda ver como el tiempo pasa sin que pueda hacerlo; tan solo deseándolo y autoconvenciéndome de que mi futuro ingenieril es más importante, que debo hipotecar mis 21 por él, y mis 22... y mis 23... y mis...

viernes, mayo 20, 2011

TERREMOTO

Parafrasendo a José A. Pérez (Mi mesa cojea)


El mundo es una gran placa tectónica que resiste la tensión hasta que un día no puede más y se produce el terremoto. Desde hace unos años vivimos el mayor seísmo desde la Segunda Guerra Mundial. No hay mes en que la tierra no se agite en las primeras planas de todos los periódicos. Crisis financiera, política, ideológica y energética, Wikileaks y África.

Aunque el epicentro tiene lugar en Estados Unidos, las ondas sísmicas están destrozando España. Cinco millones de parados, recortes sociales, familias sin trabajo ni esperanza, huérfanos de burbuja y de cultura, súbitamente conscientes de que nuestro Destacado Papel Internacional era un espejismo fruto de la autocomplacencia. El terremoto mundial ha derrumbado nuestro castillo de naipes edificado sin licencia dejando todas las cartas boca arriba. Y la sospecha se ha constatado: íbamos de farol.

Ahora, con la baraja rota e inservible, nuestros democráticamente electos representantes nos piden confianza y paciencia. Todo, nos dicen, ha sido un gran malentendido. Y nos dan eslóganes placebo con promesas placebo mientras compiten por el insulto más ingenioso.

Éste es un país de políticos profesionales y corruptos vocacionales, de dinero negro y favores discretos. Hasta ayer España se obviaba a sí misma por aquello de Barcelona 92, euro y séptima potencia mundial. Pero ahora hay un terremoto y unos cuantos, mira tú por dónde, ya no quieren seguir obviando. Y han empezado a agitarse.

¿Por qué?, se preguntan asombrados los contertulios habituales. Con lo que costó traer la democracia, resoplan. ¡Hasta hubo que dejar que el caudillo palmase y que ETA volase a Carrero Blanco! ¡Cómo se nota, farfullan, que no han vivido una transición!

Y por más que divagan, los contertulios no encuentran un sentido a la agitación aunque el sentido sea obvio. Se agitan porque la tierra se agita. Sólo los muertos y los idiotas se quedan quietos durante un terremoto. Los sensatos, los que aprecian la vida, lo que aun no están muertos corren a las calles y a las plazas. Y llaman a gritos al resto.

Quienes estos días duermen a la intemperie entre pancartas y pegatinas no son anarquistas. No son la extrema izquierda. No son los estudiantes ni los parados, no son perroflautas ni pensionistas, no son de tal o cual plataforma. No son los internautas ni los desencantados.

No son los indignados.

Son los que quieren que soñemos que, todavía hoy, soñar es posible.